Mi fascinación con la gestión psicosocial empresarial
Empecé mi camino en el mundo de la Seguridad y Salud Ocupacional recién salido de la universidad, recuerdo que esa había sido mi materia favorita cuando cursaba mi carrera de Psicología Organizacional en la Universidad Católica del Ecuador. Una materia dentro de un currículum bastante interesante, sin embargo, aún no había caído en cuenta de todo el potencial que tendría el unir mis dos pasiones, la psicología y el mundo empresarial de una manera que se pueda beneficiar el principal activo en una empresa, el humano. Suena un poco pensar en el humano como un activo dentro de una empresa, lo sé. Sin embargo, mientras más lo pienso, más sentido tiene para mi. Ya que, al fin y al cabo, las empresas son creadas por personas, para servir a otras personas. Entonces, tenía mucho sentido para mí considerar que las personas dentro de las empresas, pasando tantas horas allí, deberían, por lo menos, pasar bien y conseguir algún tipo de realización, tanto personal como profesional.
Después de mucho buscar y cuestionar mi realidad, en la cual me había encontrado con que en mi carrera muchos de mis colegas se dedicaban a hacer selección de personal, pensé que yo debería tratar de enfocarme en otro campo, ya la selección estaba en muchas buenas manos, quizás podría aportar poco allí. Entonces, por esas cosas del destino descubro el mundo de la psicología de la salud ocupacional y aprendo de los riesgos psicosociales. Me sentí enganchado a la primera, sin embargo, poco o nada sabía al respecto. Poco a poco empecé a leer más y más y a darme cuenta del increíble alcance que tiene esta rama del conocimiento. Desde mi punto de vista, es un conocimiento que puede traer muchísimos beneficios, tanto a las personas como a las empresas en donde laboran. Vi que se pueden generar cambios a nivel organizacional para evitar lugares de trabajo llenos de discriminación, acoso y estrés. Me enteré acerca de los factores protectores individuales y cómo el estrés puede afectar a una persona de distinta manera que a otra. Pero, a pesar de que encontraba todos estos conceptos e ideas fascinantes, hubo algo en particular que llamó mi atención. Leí alguna vez que el estrés en el trabajo aparecía cuando una persona sentía que lo que tenía que hacer, le superaba. Es decir, en otras palabras, que una persona sufría de estrés cuando no se sentía capaz de hacerle frente a lo que tenía por delante. Dicho concepto se quedó dándome vueltas en la cabeza por algún tiempo. Especialmente porque a mí, personalmente, me afectaba mucho el estrés en general. Tanto en mi vida privada como en mi vida profesional. Me sentía una víctima del estrés constante. Bueno, la cosa es que poco a poco seguí investigando sobre estos temas y, un día, leyendo me encontré con el concepto de la autoeficacia. Decía algo así como que era la capacidad de una persona de sentirse capaz de hacer lo que se propone hacer. Esa confianza interna que uno tiene en sí mismo para saberse capaz de hacer algo en particular. Algo así como que “sé que puedo”. Atando cabos empieza a rondar una idea en mi cabeza de que quizás si es que yo pudiese subir mi autoeficacia y, dado que yo creía que el estrés aparecía en mí cada que yo me sentía sobrepasado con una tarea, quizás, y solo quizás, aumentando mi autoeficacia podría disminuir mis niveles de estrés. Algo así como una relación inversamente proporcional: a mayor autoeficacia, menor nivel de estrés.
Lo que hice a continuación, me iba a dejar completamente shockeado.